martes, 7 de febrero de 2012

Tomar decisiones

Muchas veces tomamos decisiones sabiendo que quizá no son las correctas. Sabemos que podemos equivocarnos, pero en la evaluación de las opciones creemos que puede ser la mejor. A veces nos sale bien, otras no tanto, y otras, pocas por suerte, terriblemente mal. Pero otras veces tomamos una decisión la cual estamos seguros es la correcta. No tenemos dudas, y la elegimos como si tuvieramos las mil garantias habidas y por haber de que todo va a salir bien, pero no siempre resulta así. La cuestión es que no lo sabemos hasta haberla tomado, y haber vivido en base a la misma. Y claro, ¿cómo se puede saber?
Es posible a veces dudemos sobre la elección que vamos a hacer porque en realidad no hay una que nos convenza, y por eso las evaluamos con detenimiento. Pensamos en una, en otra, las ponemos sobre la balanza, consultamos con nuestros amigos . . . hacemos de todo hasta que sin muchas ganas, ni muy convencidos elegimos una: tomamos una decisión.
Pero otras veces, la ansiedad nos juega en contra y con tal de lograr un objetivo rápidamente no dudamos en elegir la opción que se nos presenta sin antes evaluar otras posibilidades. Queremos todo rápido, todo ya, y no pensamos que quizá el que sea tan fácil, quizá nos juegue en contra. Puede que no, en una de esas nos va bien, pero de todas maneras siempre es bueno poder tomarnos el tiempo para tomar decisiones, hacer elecciones, y más aún cuando éstas son importantes.
Quizá sea una obviedad lo que estoy diciendo. Seguramente coincidirán conmigo, pero creo que también estarán de acuerdo que muchas veces no nos tomamos el tiempo necesario para evaluar las cosas con detenimiento y, aunque sin garantías de tomar la decisión correcta, elegir lo mejor que podemos.

Besos.

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