domingo, 11 de julio de 2010

La novedad del Amor

Jaime Barylko en su libro Las Grandes Preguntas tiene una parte que habla del amor. Les dejo acá algo que quiero compartir con ustedes. Espero les guste.

“El amor, como realidad de la vida diaria y de todos, por presencia o ausencia, es nuevo en el mundo. No tanto como el microondas o el Internet, pero bastante recién nacido. (. . .) Esa construcción (se refiere a la familia) no estaba constituída por la argamasa del amor, sino de la tradición y el mandato de ligarse, tener hijos, para constituir un núcleo de producción económica y de defensa y/o ataque contra eventuales enemigos.
En el comienzo fue el miedo al hambre, a la naturaleza salvaje e imprevisible, a los enemigos de otras familias o tribus. Eso produjo uniones de gente. Los instintos funcionaron debidamente para proteger la especie, macho y hembra se acoplanban, y así producía la continuidad.
Reinaba la ley de los ancestros, y ella ordenaba las relaciones interhumanas.
El macho montaba a la mujer, como los animales, exactamente. Se separaban, se des-conocían. La tribu criaba a los vástagos. Cada tribu en sus costumbres y maneras o metodologías.
Un día se alcanzó la seguridad, la tranquilidad, el sosiego, el no miedo.
Entonces comenzó a sobrar el tiempo. Entonces ya no había que hacer algo por algo. El sujeto humano abrió los ojos y comenzó a ver el mundo sin preguntarse para qué me sirve esto o aquello, en materia de choza, en materia de arma, en materia de comida.
Contempló y empezó a percibir qué era qué, con los ojos, con los oídos, con los sentidos varios.
Y la vio a ella. O ella a él. Las alternativas de esta historia imaginaria como verídica –en la esencia del planteo- redondéelas usted. Se vieron. Se miraron. Se descubrieron. Era algo más que un órgano que penetra otro órgano en tiempos de celo. Eran más que eso. Esos rostros se atraían, esos ojos, ese temblor de los labios, la ceja aquella, contraída. El resto no sé detallarlo. Sé que ella se acostó sobre sus espaldas y que él la abordó de rostro a rostro y que hicieron el amor. Ya no copularon, hicieron el amor. Fue el amor. Y más lo fue cuando al separarse no terminaron de separarse y empezaron a sentir algo, el uno por el otro. Y quizá más tarde se buscaron. Y quizá noches más tarde se acariciaron. Se necesitaban.
Eso es amor. Necesidad del otro como yo, no yo y sin embargo testigo de mi existencia, referencia indispensable. Amar es dar sentido a la existencia del otro.
El amor aparece en el exacto momento en el que el hombre, libre ya de guerras y miedos, en el tiempo libre se busca, y ahí encuentra al otro y su necesidad del otro.
Los nuestros son tiempos de amor, porque los nuestros son tiempos de necesidad de sentido, tan solo estamos”.

Besos,

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