miércoles, 26 de mayo de 2010

No más porque

Cuando éramos chicos todo el tiempo preguntábamos por qué, y de grandes vivimos usando el porque. ¿No es curiosa esta transición? De la ávida necesidad de saber pasamos a justificarnos. Y aunque no sea necesario, lo hacemos. Todo el tiempo argumentamos todo lo que hacemos, decimos, sentimos. Nos juzgamos y criticamos, no nos dejamos ser, como si hubiera alguien a quien debiéramos dar explicaciones. Y cuando nos damos cuenta de que todo eso es una pérdida de energía, empezamos a dejarnos fluir, y todo es más relajado. Disfrutamos más.

Y cuando otros nos empiezan a preguntar como los chicos "por qué" nos sorprendemos. Pensamos y nos damos cuenta de que no hay más respuesta que "porque sí", y les cuesta aceptarla. "Alguna razón tiene que haber". Y sí, es verdad, siempre hay una razón para todo, pero hay momentos que empezar a filosofar o a indagar sobre ese por qué es una pérdida de tiempo.

En la medida en que todos hagamos las cosas porque nos nacen, porque sí, sin ninguna otra intensión de hacer lo que estamos haciendo (claro que sin dañar ni perjudicar a nadie), no busquemos explicaciones. Hagamos. Porque cuando hacemos lo que queremos sin ponernos a pensar tanto hacemos más cosas y lo mejor es que haciendo más cosas de las que tenemos ganas, somos más felices.

Besos,

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