miércoles, 28 de abril de 2010

Las apariencias engañan

Hoy tenía que hacer un ejercicio en el que tenía que describir un objeto, pero sin nombrarlo. Algo tan simple como eso. "Es re fácil", estarán pensando. Yo pensaba lo mismo hasta que a escribir. ¿Cómo algo tan simple puede ser tan complicado?

Al no poder nombrar algo, empezamos a utilizar palabras repetidamente. Yo tendía a poner: parte, cosa, parecido, como . . .

Raymond Queneau en su libro Ejercicios de Estilo, describe una misma situación de alrededor de cien formas diferentes, utilizando como cien estilos distintos. ¡Vaya trabajito!

Esto anecdótico, me hizo pensar más allá, y llegué a la conclusión de que hay muchas cosas que parecen fáciles y en realidad no lo son. Y cuando no las hacemos nosotros tendemos a pensar que son fáciles, y no reconocemos o no valorizamos lo que hace el otro. Digamos que el desconocimiento lleva al mal pensamiento.

Entonces cuando tengamos que solicitar que hagan algo para nosotros, que en general lo derivamos porque no sabemos hacerlo, recordemos, en especial en los casos que lo queremos en el instante o para el día anterior, que hay cosas que no son tan sencillas como pensamos, que hay cosas que son complicadas y que llevan su tiempo.

Si todos sabemos esto, puede que sea una ilusión personal, pero creo que todos andaríamos más relajados y a gusto con la vida.

Besos,

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