viernes, 8 de enero de 2010

Una Rata en Nueva York

Hace poco estuve en Nueva York. Había reservado el hotel por intenet. Se veía lindo, y estaba ubicado en una zona alejada del centro, cerca de dos parques importantes, y lo más importante, era barato. No era un cinco estrellas pero se parecía una buena elección para mis vacaciones.

Mi primera noche en Nueva York, luego de un largo día en el caos de esa ciudad, y de no haber dormido nada la noche anterior en el avión, terminé agotada y en cuanto apoyé la cabeza en la almohada me dormí. Por suerte, a pesar de todo, no me dormí profundamente. Me despertó un ruido. Un ruido en las bolsas que había dejado debajo del radiador, por si goteaba la ropa que había lavado. No sabía si prender la luz o quedarme quieta y hacer que no pasaba nada. Pero no pude, entré en pánico. Sabía que ese ruido no podía ser otra cosa que un murciélago o una rata.

Sin pisa el suelo, subiendome a la silla que había puesto al lado de la cama para usarla como mesa de luz, alcancé el velador y al prender la luz . . . La rata corrió hacia el radiador y se escondió en él. Llamé a recepción para decir que había una rata, pero el hombre que me atendió ni se molestó en venir a sacarla de mi cuarto. Me ofreció que bajara y me cambiara de habitación. Yo no quería otra habitación, me quería ir de ese hotel. Y obviamente eso hice a la mañana, luego de reclamar que me devolvieran la plata, claro.

Una vez resuelto el tema del hotel, me puse a pensar en la situación que había pasado. No lo podía creer. Y no dejaba de contarle a cuanta persona tenía oportunidad. "Pero Nueva York está lleno de ratas", me decían. Parece que la gente ahí está acostumbrada.

Una vez en Buenos Aires, de vuelta en casa, cada vez que veía una rata me acordaba de esa asquerosa que se había metido en mi habitación del hotel. Y no me refiero a ver verdaderas, sino a personajes que los cineastas han creado y los han humanizado, hasta los presentan como seres tiernos. ¿Cómo se les ocurre?


Si nos ponemos a pensar, en los últimos años han aparecido varios ratones, ratoncitos y ratas en películas para niños, pero si pensamos un poco más, nos daremos cuenta de que estos animalitos han sido desde siempre unos de los favoritos de los escritores y cineastas. ¿Se acuerdan de la Ratita Presumida? ¿De Speedy Gonzalez? Ni que hablar del Ratón Perez. Pensar que los esperábamos para que nos dejara plata bajo la almohada cuando se nos caía un diente. Que situación más horrible: ¿un ratón aparecía mientras dormíamos en nuestro cuarto? ¿A quién se le ocurrió? ¿Quién inventó esa historia? ¿No podía poner el Perro Perez? Si se supone que es el mejor amigo del hombre, quizá era el más correcto. ¿No?


Por suerte en casa tengo gato.


Besos.

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